Desarrollo Económico
De 1884 a 1911 México experimentó en términos generales un ciclo de
expansión económica como no lo había hecho desde 1800. Sin embargo, hubo pocos
cambios estructurales. La economía mexicana siguió dividida en dos ámbitos: uno
externo, ligado al capital extranjero y protegido por el gobierno federal; y
otro interno, sostenido y abastecido por los productores nacionales para el
mercado doméstico e incluso la subsistencia local y la región.
Durante el Porfiriato, el gobierno mexicano fomentó las actividades
destinadas a satisfacer el mercado externo por dos motivos esenciales:
a) le representaban ingresos por concepto de rentas anuales
b) constituían una vía para atraer inversiones
extranjeras, que se consideraban indispensables en el propósito de construir
las obras de infraestructura necesarias para convertir a México en una economía
industrial capitalista: red ferroviaria, telegráfica y puertos para navegación
oceánica.
México se convirtió en exportador de plata y productos agrícolas;
Se constituyeron las primeras grandes empresas dedicadas a la industria.En la
minería, se restableció la producción de plata de modo similar al del
Virreinato gracias al capital, red ferroviaria, telegráfica y puertos para
navegación oceánica .La agricultura de exportación se centró
principalmente en grandes haciendas de Morelos, Oaxaca, Sinaloa, Yucatán,
Veracruz, la región de la Laguna (Coahuila) y Sonora, donde el gobierno
porfirista desalojó por la fuerza a los indígenas yaquis y mayos de sus
fértiles tierras. La producción azucarera se concentró en Morelos y Sinaloa;
Yucatán se convirtió en un gran productor de henequén; Chiapas y Veracruz, de
café y, en el Valle Nacional de Oaxaca se desarrolló la producción
tabacalera.
La industria petrolera nació en 1875 en Tampico, donde
se producía queroseno para el mercado interno; pero fue durante el Porfiriato
tardío (1901) cuando comenzó la explotación de hidrocarburos en México. Esto
coincide con el desarrollo de los motores de combustión interna y de las
máquinas de vapor con fue el oil para automóviles y embarcaciones.
El mercado interno
Gran parte del país vivía de lo que se producía localmente. El volumen
promedio de la producción agrícola era de 6.3 millones de toneladas anuales. En
México se cultivaba maíz, trigo, arroz, maguey, camote, papa, frijol, chile,
azúcar, henequén, algodón, palo de Campeche, café y tabaco, en haciendas y
ranchos de diversos tamaños y en los ejidos de las comunidades, que producían
para el auto consumo.
A finales del siglo XIX la población ascendía a unos 10 millones
de habitantes, pero, gracias a las políticas públicas, sólo había 28915
propietarios. Esto repercutía en la calidad de vida de la sociedad. La mayoría
de los mexicanos vivían en el campo, como comuneros o jornaleros
agrícolas.
El gobierno interno era mayormente regional porque padecía dos problemas: la falta de medios de pago y la falta de infraestructura caminera. De hecho, en los mercados mexicanos se utilizaban discos de metal y hasta pedazos de jabón como moneda, pues la plata era muy costosa. Este problema se trató de subsanar en 1883 con el decreto que creó la moneda de níquel, pero la iniciativa fracasó por la desconfianza social.
Respecto de la red de comunicaciones, la red ferroviaria creció mucho
durante la década de 1880 gracias al apoyo gubernamental federal. En 1910 había
más de 20 mil kilómetros de vías. Esta red tuvo una consecuencia económica
importante: abarató los costos y los tiempos del traslado de las mercancías del
campo a las ciudades y los puertos.
Durante el periodo se promovieron políticas liberalizadoras de la
economía nacional y se abrieron puertas de México al capital
extranjero. Los capitales empezaron a arribar el país, procedentes de las
principales potencias económicas: Inglaterra (concesiones mineras), España
(industria de hilados y tejidos) y Estados Unidos (concesiones para construir ferrocarriles).
Gracias al capital extranjero, el país experimentó un extraordinario
crecimiento económico que generó nuevos problemas.
El crecimiento económico sólo favoreció a unas regiones de México,
provocando grandes contrastes: unas regiones con grandes progresos económicos,
enfrentadas a otras con grandes atrasos. En el nivel económico las tensiones
fueron notorias: un extraordinario crecimiento económico en aquellos sectores
vinculados con el mercado internacional, y un claro estancamiento y abandono en
aquellos destinados al consumo interno, particularmente en lo relacionado con
la producción de cultivos tradicionales como maíz y frijol; grandes riquezas
concentradas en unas cuantas familias.
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